domingo, 5 de diciembre de 2010

Amanezco

Amanezco. Oigo voces de niños en la calle, ya está la luz matando la aurora de mi sueño, y es inútil que cierre mis sienes ante el día.
No sé para que existo.
Yo tenía una infancia,
con ojos sin senderos
y con bosques secretos que asustaban.
Y ahora siento terror a la luz nueva.
Mis ojos se resisten a llegar hasta el día,
porque saben que tienen que volver a la gente.
No voy a ningún sitio,
ni el resplandor indica una esperanza.
Los días son iguales
las horas son iguales...
No hay ilusión posible
al contemplar la cara de los hombres.
Y Dios...
quizá esté muerto,
porque la luz me llega del vacío

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